¿Por qué mi gato no se deja tocar?







La imagen mental de un gato acurrucado a nuestro lado en una sesión interminable de caricias y ronroneos es algo motivador a la hora de acoger a un félido en tu hogar. No obstante, puede que llegado el momento veas que el gato no se deja tocar. ¿Por qué ocurre eso, si lo único que le muestras es cariño?

Tratar con los gatos requiere tener en cuenta ciertas condiciones que ponen ellos y no tú. Es común caer en ciertos errores bienintencionados, pues el lenguaje social de humanos y félidos no es igual. En este artículo tienes las explicaciones más habituales a esta conducta y algunos consejos para solucionar la situación, así que no te lo pierdas.

¿Por qué mi gato no se deja tocar?

Que tu gato no se deje tocar no es plato de buen gusto para ti y puede que para el animal tampoco. Ante esta situación, lo primero que debes hacer es encontrar las causas del problema para poner una solución adecuada. A continuación, tienes las razones más comunes que pueden explicar este rechazo.

Un gato muy enfadado en el exterior de una casa.

Falta de contacto con los humanos

En especial en gatos rescatados de la calle, es posible que el animal nunca haya tenido que tratar en su día a día con nuestra especie. Probablemente sólo veía al humano que le traía comida, pero puede que ni eso. En este caso, es lógico esperar que entrar a vivir en una casa le produzca desconfianza al felino.

En otros escenarios, la falta de contacto puede deberse a una mala socialización de cachorro. Un ejemplo son los gatos separados de su camada antes de tiempo, privados del proceso de socialización con sus hermanos y su madre. En casos así, es probable que el animal no se relacione bien con los humanos y puede que tampoco con los de su especie.

Desconfianza o miedo

Los gatos son tímidos y desconfiados por naturaleza. Si su carácter es claramente marcado en este aspecto o ha sufrido alguna experiencia traumática con un humano, es muy posible que esté proyectándolo en ti. En ese caso, tu aproximación debe ser progresiva, respetando siempre el espacio que necesite tu gato y dejando que sea él quien dé siempre el primer paso.

Tu gato no se deja tocar porque tiene dolor

El dolor o enfermedad puede ser una causa de que el gato rehúya el contacto. Debes sospechar de ello cuando el felino pase de ser sociable a rechazar las caricias de forma muy abrupta. En estos casos, tienes que fijarte también en si ha dejado de usar su caja de arena, se esconde, bebe mucha agua, está decaído, tiene mal aliento o se rasca demasiado. Puede que necesite una visita al veterinario.

Ciclos hormonales

Tanto machos como hembras sin castrar pasan por sus periodos de celo. En la hembra, durante 6 meses se suceden los celos cada 10-15 días, lo que afecta marcadamente a su carácter: pueden ser más ariscas o más cariñosas, aunque es algo impredecible.

Los machos, por su parte, también sufren cambios de humor en este periodo, volviéndose más territoriales y centrando su atención en las señales químicas que le llegan de las hembras de su entorno. En ambos casos, si no quieres castrarlos, lo mejor es dejarlos tranquilos y que se regulen por sí mismos.

Mi gato no se deja tocar: errores comunes de convivencia

Más allá de los problemas específicos que puede ocasionar un trastorno de la conducta (como una fobia) en el que se incluya el hecho de que el gato rehúye el contacto, hay ciertos errores a la hora de tratar con un felino que producen el mismo resultado. Algunas de las dinámicas que rechazan los gatos en el hogar son las siguientes:

  • Forzar las situaciones: acostumbrados a vivir con animales sociales como los perros, en ocasiones los humanos proyectamos esas dinámicas en los felinos, que son solitarios. Algunos gatos no vienen a saludar cuando llegas a casa ni les gusta que les cojan en brazos, por ejemplo. Lo mejor es dejarles elegir a ellos cuándo quieren interactuar con nosotros
  • No respetar su espacio: dependiendo del carácter del félido, tolerará una distancia u otra. Es cierto que son animales suaves y esponjosos, pero no se deben tratar como a un juguete (esto ocasiona accidentes con niños, sobre todo).
  • No aceptar su personalidad: quizá tu gato no se deja tocar porque no le gusta simplemente. No siempre se trata de un problema de conducta, y si es así se le debe respetar.
  • Momento equivocado: conocer el lenguaje corporal del gato es importante para no molestarlo sin querer. Por ejemplo, si acaba de tener una pelea con otro animal y vas a acariciarlo, es posible que recibas una agresión redirigida por la tensión emocional que sufre en ese momento.
  • Lugar equivocado: algunos felinos detestan que les toquen ciertas partes del cuerpo, como la barriga, la cola o las patas, pues les produce sensación de indefensión. Las zonas más seguras suelen ser la cabeza, detrás de las orejas, mandíbula, nuca y lomo, pero obviamente depende del individuo.

Cómo acariciar a un gato

Por lo general, iniciar una relación afectiva con un felino que tiene problemas para dejarse tocar puede ser dificultoso. Lo primero que necesitas es paciencia y conocer a fondo su personalidad, pero también existen trucos que ayudan en el proceso. Entre ellos, destacamos los siguientes:

  • Realiza movimientos lentos y suaves cuando te aproximes a al gato.
  • Deja que tu mascota decida cuándo y dónde recibe las caricias. Puedes mostrarle la mano para ver si te acepta o se va, lo cual es un buen indicador de cómo se siente.
  • Siéntate en el suelo para igualar un poco la altura respecto al animal. Esto resta intimidación si el gato es miedoso.
  • Ofrécele golosinas, pues el estómago puede ser un buen camino hacia su corazón.
  • Empieza acariciando solo la cabeza. Si el felino te acepta, puedes seguir por detrás de las orejas y la barbilla, que es donde se te pegará su olor y te dará un aire más familiar a sus ojos.
  • Nunca pierdas de vista sus tiempos; si se aleja, déjalo irse aunque ya sepas que confía en ti.
Un gato mordiendo una mano.

Por último (pero no menos necesario), la recomendación para casos en los que el gato no se deja tocar y no sabes cómo solucionarlo es buscar ayuda profesional. No siempre es problema de tu ejecución como tutor o de la personalidad del gato, así que no dudes en pedir consejo, pues lo importante es que la convivencia sea óptima para ambos.

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